La iglesia de la madeleine en París

París, con su majestuosidad arquitectónica, siempre atrae y continuamente capta  el interés de los visitantes, en su expectativa por conocer todo ese esplendor que abarca y que está repleto de arte e historia.

Entre la variedad de atractivos turísticos que esta ciudad posee, son sus edificaciones católicas las que mayormente seducen a sus visitantes, puesto que ellas contienen, una mezcla de arquitectura, cultura, arte, historia, suntuosidad, magnificencia y gran significado para quienes pueden admirarlas.

Recorrer sus estructuras, sus maravillosas edificaciones, imponentes templos,  colmados de arte, que enamoran tanto a lugareños, como a turistas, llenando los ojos de auténtica belleza a quienes tienen el privilegio de disfrutarlas, y que invaden su curiosidad por explorar lugares que guardan tantos momentos importantes a lo largo del tiempo, invitándoles a adentrarse en su cultura e historia, siempre constituirán un motivo de inspiración para conocer París.

Uno de esos lugares majestuosos e imponentes que es un privilegio conocer, lo representa la Iglesia de la Madeleine (Iglesia de La Magdalena), un templo católico, cuya infraestructura es muy diferente a la que es común en los demás.

Este templo surge por la idea de sustituir a una iglesia más pequeña que existía en  el suburbio de la Ville lÉvêque, como una  iniciativa del arquitecto Pierre Contant d´lvry, en el año 1764 y durante el reinado de Luis XV.

El diseño que este arquitecto había imaginado originalmente y cuya construcción había sido iniciada, pero no concluida, fue suprimido tras su muerte, por Gillome-Martin Couture, quien dio por terminada toda la obra y procedió a iniciarla nuevamente con otra perspectiva.

Posterior a ello, con el transcurrir del tiempo, Napoleón Bonaparte ordenó a Pierre-Alexandre Vignon, construir un Templo de Gloria para su Grande Armée, razón por la cual, también fue derribado el diseño de arquitectura establecido por Gillome-Martin Couture, para realizar nuevamente la construcción que culminó como un hermoso edificio que asemeja a un templo griego.

Hubo mucho retraso en la edificación de esta obra, por lo cual, fue perdiendo el  carácter memorable que le quiso plasmar Napoleón Bonaparte, hasta llegar al punto de no saber qué hacer con esta construcción, sobre todo por la creación del Arco del Triunfo, incluso se llegó a pensar en convertirla en una estación de ferrocarril, pero finalmente, fue retomada la idea inicial y se convirtió en Iglesia en el año 1842.

Su arquitectura es neoclásica, luciendo las características básicas de este estilo,  como columnas, frontones, cúpulas, etc., basada en elementos simétricos, sobre todo en su fachada exterior, la cual es bastante sobria, con características que asemejan a un templo griego.

Es una grandiosa edificación de 108 metros de largo y 43 metros de ancho, cuyo alrededor está conformado por 52 columnas de 20 metros de altura, y en su entrada, en el frontón, se aprecian representaciones del Juicio Final.  Sus puertas de bronce, diseñadas por Henri de Triqueti, representan los diez mandamientos. En su interior, el estilo neoclásico hace contraste con el estilo barroco, allí se aprecia la Ascensión de Santa María Magdalena, en su Altar Mayor, creada por Charles Marochetti, en honor a la Santa por quien lleva su nombre. Sus cúpulas presentan decoraciones muy artísticas de Jules-Claude Ziegler. Es una Iglesia con una única nave y tres cúpulas, y posee variedad de pinturas, esculturas y mosaicos.

La iglesia tiene escasa iluminación, lo cual la hace misteriosa, pero siempre desbordante de belleza arquitectónica. Posee también un espectacular órgano, instrumento que es catalogado como uno de los mejores de París y que fue obra de Aristide Cavaillé-Coll,

Esta iglesia se encuentra ubicada en la Plaza de su mismo nombre,  entre la Plaza de la Concordia y el Jardín de las Tullerías, en Faubourg de Saint Honoré, una de las zonas más lujosas de París, con un alto nivel comercial. En la Plaza Madeleine se encuentran restaurantes y lugares de gran distinción que invitan a hacer shopping a los turistas. Esta iglesia no tiene campanarios, ni cruces que indiquen que lo es.

Cercanos a la Iglesia, se encuentran lugares de gran atractivo turístico en París, como son: la Capilla Expiatoria, la cual en siglos anteriores fue el Cementerio de la Madeleine. La Plaza Vendome, actualmente un lugar de lujo, pues se pueden realizar compras de gran nivel, ya que posee variedad de tiendas de ropa y joyas de afamadas marcas. La Plaza de la Concordia, una de las más concurridas de París.  La Ópera Garnier, también conocida como el Palacio Garnier, donde se puede apreciar la opulencia que disfrutaban todas las personas que acudían a la ópera en la antigüedad. Este lugar inspiró a Oscar Wilde para escribir “El fantasma de Canterville”. También se encuentra muy cerca, el Museo de la Orangerie, una galería de arte que posee las Nenúfares de Monet y una colección de cuadros de arte moderno.

La Iglesia de la Madeleine en la actualidad, además de ser una iglesia, también ofrece conciertos de música clásica, enalteciendo la cultura.

Al visitar esta Iglesia, es emocionante detenerse en sus escaleras para visualizar la Rue Royal, la Plaza de la Concordia y el Obelisco de Luxor. Desde allí se aprecian de manera majestuosa, regalando un enfoque visual maravilloso a sus visitantes.

En sus cercanías también se encuentra el Museo de Louvre, el Arco del triunfo y los Campos Elíseos.

Para trasladarse por la iglesia, difícilmente puede hacerse en vehículo particular. Es recomendable hacer caminatas, puesto que es una zona de gran concurrencia y se dificulta el recorrido en auto. Esta iglesia de gran majestuosidad y esplendor, es un lugar que tiene todos los atributos para que merezca ser visitada, pues nutre al espectador en todos los sentidos.

Desde lo visual, a través de su arquitectura, que se destaca en estilo en comparación con otros templos, debido a los muchos contrastes en su diseño y construcción, y desde el ámbito histórico, por los cambios políticos, sociales y revolucionarios en Francia, que se suscitaron antes de su culminación, la cual tuvo una demora de más de ochenta años.

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